Pintxos TOP en el Centro
- Comer y beber
- 09 Feb 2019
Son las doce del mediodía. Hora más que aceptable para abrir la veda y comenzar una ronda de pintxos. O eso nos decimos, puede que simplemente en esta ciudad sea imposible esperar hasta la una para hacerlo. Sentados en un banco de la Plaza Gipuzkoa, extendemos un pequeño mapa y trazamos un recorrido por cinco de los bares más recomendados. Apenas un kilómetro de paseo para descubrir los mejores bocados que nos depara el barrio.
Mesón Martín
Trainera: lonchita de jamón, txipi a la plancha, gamba y salsa Mesón Martín
Dos minutos después, y con el estómago un poco más calmado, enfilamos la calle Elcano y realizamos nuestra siguiente parada a unos pocos metros. El Mesón Martín siempre parece estar hasta los topes incluso en su zona exterior. Cuando entramos lo primero que nos sorprende del local es su clásica barra de madera cubierta de platos repletos de pintxos. Nos acercamos a ella ansiosos y como pensamos realizar durante toda la ruta, pedimos el pintxo estrella. Aquel que les enorgullezca más servir.
La elección les resulta fácil. La trainera: lonchita de jamón, Txipi a la plancha, una gamba y una salsita que no podemos desvelar. Simple, misterioso e increíblemente bueno.
Iturrioz
Churros de patata con trufa y huevo
Bajo los soportales de la calle San Martín, en un emplazamiento único para guarecerse de la lluvia donostiarra y frente la Catedral del Buen Pastor, nos encontramos con el bar Iturrioz. Padre e hijo nos reciben tras la barra y una pizarra de raciones recomendadas nos llama la atención al momento. Y de entre toda la lista en particular los “churros de patata con trufa y huevo”. "¿Churros? ¿Pero eso no es algo que se desayuna?” pensamos en un primer momento.
Sin dudarlo ni un segundo los pedimos y la pregunta queda resuelta. Está claro que los churros han dejado de ser algo único del desayuno. Aunque la verdad es que no nos importaría nada comenzar el día así cada mañana.
El huevo en el punto exacto, la yema cremosa, y el churro de patata crujiente por fuera y esponjoso por dentro.
Bar Antonio
Colita de langostino envuelta en pasta italiana, puerro, zanahoria y salsa a base de cebolla con un toque de vino blanco
El bar Antonio abierto desde 1969, es sin duda parada obligada si uno se encuentra en la Calle Bergara. Sus actuales dueños, Umberto y Ramón, nos reciben y nos hablan del nuevo enfoque que le están dando a su cocina. Mejores y más delicadas elaboraciones, cocina de miniatura en estado puro.
Y se nota. El pintxo que tenemos la suerte de probar es aún más exquisito que el trato recibido.
Colita de langostino envuelta en pasta italiana, puerro, zanahoria y una salsa a base de cebolla con un toque de vino blanco que le da cierto dulzor. El local no será muy grande, pero está claro que esconde grandes cosas.
Rebañamos el plato y abandonamos el Bar Antonio a regañadientes, más sabiendo que lo hacemos camino a la última parada del día.
Avenida XXI
Tortitas con nata y chocolate
Todo menú que se precie termina con un buen postre, y en esta ocasión no iba a ser diferente. Las tortitas con nata y chocolate, una especialidad de la cocina americana, tienen como mejor embajador en la ciudad al bar Avenida XXI
“Las tortitas son nuestra especialidad. Llevamos desde 1981 utilizando la misma receta para la masa. Además las hacemos en el mismo momento en el que nos las pide el cliente. Y puedes acompañarlas con lo que quieras; miel, chocolate, nata, mermelada…”
Preguntamos sobre la filosofía de Avenida XXI “Buen producto y trabajado por grandes profesionales. Contamos con un equipo sólido y unido. La mayoría del equipo lleva aquí desde los años noventa y eso se nota entre nosotros y con el cliente. Al no haber rotación terminas conociendo a tus clientes habituales y el trato es cercano, te entiendes con una simple mirada.” Nos gusta la idea y confirmamos con ellos que pueden ir preparando masa de tortita nada más nos vean asomar la próxima vez. Con mermelada, con nata, con chocolate y con miel. Con todo el pack.
Con los deberes del día terminados salimos de Avenida XXI, ponemos rumbo a la bahía y nos sentamos a reposar lo ingerido en un banco frente a La Concha. Terminamos como comenzamos. O casi. Ahora sabemos algo que solo intuíamos hace apenas dos horas. Sin duda merece la pena cruzar el boulevard y adentrarse en las apuestas gastronómicas que ofrece el centro de la ciudad.